Fue el pueblo sin armas el que los obligó a rendirse, sin que sus heroicos soldados dispararan un solo tiro frente a una multitud dispuesta a defender a un radical masón, pero maestro y estadista. Por eso en la raíz del proceso de la evolución política chilena, hay antecedentes que no tienen otros paralelos, y por eso se hace difícil entender lo que hoy acontece en mi Patria; y por eso es raro que hoy se tema la presencia de un masón o de un marxista/socialista en el gobierno de Chile. La verdad es, Serenísimo Gran Maestro, que nadie en mi Patria, ni más allá de las fronteras, puede llamarse a engaño. Durante más de un año dimos a conocer el programa de la Unidad Popular -repito- integrada por laicos, marxistas y cristianos, por hombres de la pluma, del arado y del riel. Nadie que lo quiso, dejó de conocer por qué luchábamos y para qué luchábamos. Siempre sostuve que era difícil ganar en las elecciones, que era más difícil asumir el gobierno, que aún era más difícil construir el socialismo. Siempre expresé que esa era tarea que no la podía hacer una persona o un grupo de partidos, sino un pueblo organizado, disciplinado, consciente, responsable de su gran tarea histórica, y los hechos han comprobado lo que yo sostuviera. Fuimos tan combatidos como en el año 38. Y yo, que he sido varias veces candidato, tengo la experiencia de hasta qué métodos se recurre para impedir el avance de los pueblos. Una impresionante cruzada
Por eso puedo decirles también a los QQ:. HH:. de la Gran Logia de Colombia: en mi patria no hay un hombre encarcelado ni una mujer encarcelada por motivos políticos; en mi patria se respetan todos los derechos. Y esta noche he tenido el agrado de llegar a este Templo acompañado del Embajador de Chile en Colombia, Q:.H:. Hernán Gutiérrez. Viene también con nosotros el Director General de Carabineros, General José María Sepúlveda que es también un Hermano nuestro, y él sabe perfectamente bien, como lo sabe el Q:. H:. Gutiérrez, que es cierto lo que estoy diciendo. Y si hubiere todavía que buscar un testimonio, aquí está presente un H:. que vio aquí la luz masónica, porque es colombiano, que es embajador de Colombia en Chile, que no ha olvidado que es masón y que yo tuve el agrado y la suerte de estrechar su mano después de ser triunfante en las urnas, dentro de un Templo Masónico, donde llegó siendo diplomático como llega Gutiérrez a cumplir en las Logias con su obligación masónica. Por eso sostengo que frente al clima artificial creado antes o durante la elección, seguirán hechos mucho más duros, que tenemos que confrontar. Pero, si hay gobernantes o gobiernos que creen que es legítimo defender los intereses de unos pocos, por muy grandes que sean, yo sostengo el derecho a defender el interés de mi pueblo y de mi Patria frente a los intereses de unos pocos. Si alguien piensa que, a estas alturas de la vida, la amenaza material puede doblegar a los pueblos, se equivoca. Estados Unidos tiene que aprender la lección de Vietnam. Y la lección de Vietnam es una lección para todos los países pequeños, porque es la lección del heroísmo y la dignidad. Y nosotros debemos entender que hay países que gastan cien mil millones de dólares al año en una guerra, en un continente que no es el suyo, para impedir que un pueblo se dé el destino que quiera, frente a una América Latina que tiene que estar con manos tendidas e implorantes, para conseguir empréstitos pequeños, gotas de leche de la gran ubre del país más poderoso del capitalismo; en circunstancias que de este Continente, en la última década, han salido muchos más millones por amortización de las utilidades e intereses, que los que ingresan como aporte de capitales. América Latina, continente pobre, es exportador de capitales, frente a la realidad del país más poderoso del mundo, del capitalismo internacional. Es por eso que ésta es nuestra lucha, y es por eso que uso este lenguaje que es un lenguaje de claridad, como es la obligación de hacerlo frente a mis Hermanos. Es una lucha frontal que no sólo será en Chile; que está dándose en todas partes del mundo, porque vivimos el minuto trascendente en que los viejos sistemas crujen, y es obligación nuestra mirar con ojos abiertos lo que va a ocurrir mañana, para analizar si somos capaces de encontrar los cauces que permitan a las grandes mayorías continuar un camino que no sea el de la violencia innecesaria y del costo del capital elevado. Yo lo he dicho en mi país, y lo repito aquí en el seno de los Hermanos de Colombia: yo no soy una represa, pero sí soy el cauce para que el pueblo pueda caminar con la seguridad de que sus derechos serán respetados. No pueden detenerse las avalanchas de la historia. No pueden las leyes represivas calmar el hambre de los pueblos. Transitoriamente podrán aplazarse algunos años; y quizá hasta una generación, pero tarde o temprano se rompen los diques y la marea humana inunda, pero esta vez con violencia -y a mi juicio justa- porque también su hambre y sufrimiento son más que milenarios en algunas partes, y centenarios, por lo menos en nuestro Continente americano. Si viejas Instituciones como la iglesia ven transformarse el contenido de su propia existencia; si los obispos reunidos en Medellín hablan un lenguaje que pudiera haber sido revolucionario hace 5 ó 10 años atrás, es porque comprenden que el verbo de Cristo tienen que recuperarlo para que la Iglesia católica se salve como institución, porque si la ven siempre comprometida con los intereses de unos pocos, nadie va a creer mañana en la verdad de la enseñanza del que la dio: el Maestro de Galilea, considerado por mí, por lo menos como ser humano. Es por eso que yo pienso y sueño. Sueño en la noche de la iniciación, cuando recordaba estas palabras: que las personas sin ideas arraigadas y sin principios, son como las embarcaciones, que perdido el timón, encallan en los arrecifes. Yo quiero que los Hermanos de Colombia sepan que no voy a perder el timón de mis principios masónicos. Es más difícil hacer una revolución en que no haya costo social y es duro estrellarse contra poderosos intereses internacionales y poderosos intereses nacionales. Pero lo único que quiero es llegar mañana, cumplido mi mandato, y entrar por la puerta de mi Templo, como he entrado ahora siendo Presidente de Chile.
Dr. Salvador Allende Gossens
Presidente de Chile
Colombia, Bogotá, 28 de agosto de 1971
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